Alguien me dijo una vez que no hay que casarse con los artistas sino con los discos, independientemente de quien los saque. Propongo una breve reseña de la letrística ceratiana a modo de resaltar la épica debacle de la misma en sus dos últimos discos, sobre todo en este último llamado Ahí Vamos, donde lo despedimos y le deseamos suerte en su viaje de rocker masivo.
En Doble Vida (1988, la primera proposición lírica mayormente elaborada, decía cosas tales como: "Un dulce palpito / La clave íntima / Se va cayendo de mis labios."
En Canción Animal (1990), supo soñar: "Las luces de la costa / son faros del pasado. / Todo volvera a ser como fue." También nos dio algunas lecciones estilísticas y conceptuales acerca del Deseo.
En Dynamo (1992), el despertar místico, la arena y el futuro: "Ella juega en el sillón, / está descalza. /
Algo sobrenatural / la desplaza."
En Colores Santos (1992), la desintegración del alma en el universo: "Nuestras almas al flotar / son las nubes mas brillantes, / turbulencias."
En Amor Amarillo (1993), las texturas y los neones del amor: "Explosiones en tus ojos / agujeros en la piedra
y un verde profundo en el mar. / Hay algo en el aire / detalle infinito / y quiero que dure para siempre."
En Sueño Stereo (1995), el eterno regreso de Morel, los paisajes electrificados, y el espacio exterior: "En el aire se que soy / nada más que menos / de lo que podria ser."
En Bocanada (1999), la azul obscuridad elegante de uno en uno mismo y de uno con los demás: "Turbante noche. / Sigo despierto y sé / que el diablo frecuenta soledades." Aquí hago la salvedad de que Cerati, hacia el 2003, no pudo escapar al estudiante de letras y me reconoció que este último verso se lo había pedido prestado a Vladimir Nabokov.
En Siempre es Hoy (2002), nos acercamos con desconfianza a sus letras al saber que ha escrito todo a las apuradas. Aún así, aquí y allá hay alguna línea rescatable, como: "Sospechar de un resabio de luz. / Si hay esplendor seré un dragón / de fuego azul." No hay que ser un experto en letras para ver que las letras de este disco son un puñado heterogéneo de platitudes eventuales y poco memorables.
En Ahí Vamos (2006), a pesar del acuático solaz que intenta ser "Lago en el cielo," o de esporádicas máximas
no carentes de verdad ("Separarse de la especie / por algo superior / no es soberbia: / es amor"), lamentamos asistir al masivo festejo de pedestres sensaciones y relaciones humanas: "Prendeme, sacate, llevame / a un lugar con parlantes / y que nos vuele la sonoridad / por el aire / Un espacio para celebrar"; "Esto es una bomba de tiempo nena / y nadie sabe como detenerla."
Lamentamos lo reptílico de la dialéctica última y añoramos dentro de por lo menos dos o tres años--se sabe que nos esperan varios meses de giras y radio del presente album--volver a escuchar arte conceptual de parte de alguien que algunavez supo hermosear nuestros audífonos (y nuestros sofás) con onirismo exquisitamente cristalizado.