jueves, marzo 20, 2008

Hoy me encontró la belleza en una pausa con Macedonio. Si me puse emotivo, es porque llegó la primavera. Para colmo, empecé el día con "Hoy todo el hielo en la ciudad" camino a la facultad, mientras pasaban las últimas hojas viejas.

Les dejo (¿hay alguien aquí?) dicho fragmento:

"Así los había exhortado el Presidente [...]:

'Si la solemnidad, la postura docta, las estatuas y las calles con apellido fueran proporcionadas a la virtud y al pensamiento profundo, cuán poca de esta estofa habría; este vivir no necesitaría tanta paciencia ni abundaría tanta tentación de una vileza a cambio de celebridad.

Por ahora, la profusión de estatuas, aniversarios, volúmenes de historia, apellidos de esquina y escritos de la segura virtud hacen muy sospechosa a esta sociedad de la perdonable pobre gente que somos todos; sobresalta notar tanto trabajo de los hombres por parecer buenos, en una civilización tan enamorada de las cerraduras Yale y de los buenos modales, trampa de adormecer víctimas.

Ciudades de mejor gusto tendrían calles llamadas de la Lluvia, del Despertar, la Madre, el Hermano, el Llamado, Vivir sin Nunca, Volverás, Despedida, Espérame Siempre, Retorno, Familia Amorosa, Beso, Amigo, Saludo, Sueño, Otra Vez, Desvelo, Quizá, Rehácete, Olvido, Emprende, Vuelve a Mí, Tertulia, Vive en Fantasía, Dolor Fantasía, Cerco Florido, el Camino Rocío, la Risa, Mesa de Hogar, Sonríe, Llama a Mí, y la gran avenida El Después Sueña con el Hoy cruzada por la avenida del Hombre No Idéntico.

Darle a la vida luz y no cenizas'".

Capítulo VIII, Museo de la novela de la Eterna, 1904-1952. Macedonio Fernández